domingo, 12 de noviembre de 2017

DJ Kicks: Kruder & Dorfmeister


Año de publicación: 1996
Valoración: imprescindible

Ni un disco grande en toda una carrera, apenas un par de EPs que tampoco es que tuvieran gran repercusión (aunque puede que sean tratados como material de culto por no más de un par de miles de pirados), cuyos temas fueron profusamente prestados para inclusión en algunas de las centenas de recopilaciones que bajo multitud de etiquetas (trip-hop, chill out, downtempo, relaxing mood...) que se vendían como rosquillas en ese mundo que no sabríamos decir si fue pre-Napster o pre-Emule o pre-cómo-narices-se-llame-lo-próximo-que-permita-escuchar-música-gratis. 

El caso es que Kruder & Dorfmeister, dúo de  músicos austríacos con cierta querencia a tomar préstamos estéticos de otro dúo célebre (Simon & Garfunkel), tuvieron un momento álgido en que la gente (no solamente de la escena electrónica: añadan a Madonna, por ejemplo) quería contar con su toque, impregnar la música de su sonido a través de remezclas. La cuestión es que en esa época de tránsito entre eclosión de escenas electrónicas y su comprensible bajón, su sonido se convirtíó en omnipresente y pasó a infectar e influir y lo hizo a través de sus discos recopilatorios, de sus colecciones de remezclas, su fugaz efecto reivindicativo sobre una escena de Viena y muchos efectos colaterales cuyo efluvio, aunque lejano, puede que aún permanezca..
Este disco es un ejemplo. La serie DJ Kicks había empezado convocando a la escena de Detroit (Carl Craig, Stacey Pullen) para aportar sonidos duros en discos que más bien se acercaban a pináculos de sesiones nocturnas de club. Pero se había adaptado al entorno y otros músicos ya habían entregado selecciones mucho más asequibles técnicamente debido a los agradecidos BPM de los sonidos calmados, y lo que empezaba a ser una marca de la casa, rendidas al eclecticismo.
Kruder & Dorfmeister optaron por sonidos contemporáneos, por músicos poco conocidos, por temas oscuros, y así DJ Kicks empieza con aires trip-hop con un comedido uso del sampleado y siempre respetando dos premisas: unas impecables transiciones y una tonalidad general poco dada al estrépito. Incluso cuando la selección vira hacia el drum'n'bass lo hace de una manera graduada y evitando salidas de tono. A pesar del poco material propio incluido, su personalidad como selectores queda puesta de manifiesto y los aires dub sobrevuelan por doquier, incluso cuando hacia el final del disco se introducen sonidos más cinemáticos, dejando el listón muy alto para toda la extensa pléyade de impostores que pensaron que poner música tranquila e instalar cuatro sofás de color claro era suficiente para demostrar que se pillaba el concepto. Cuando no.

Podéis oír la sesión íntegra con toda la secuencia aquí.

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