domingo, 14 de mayo de 2017

Supertramp: Even in the quietest moments...

Año de publicación: 1977
Valoración: muy recomendable

Al que me hubiera dicho hace años que yo iba a hablar muy bien de este disco lo hubiera mandado a freír monas. Pero, ay, Proust también actúa sobre el oído, y este disco puede que fuera el primero al que me enfrenté por pura curiosidad, sin tener ni idea de cómo sonaría y sin haber tenido ninguna experiencia previa oyendo canciones en la radio o como quiera que se hiciera por aquella época.
Porque 1977 era el año de la explosión punk y los guitarrazos nerviosos y los ritmos acelerados y el no future y la agresividad sonora como demostración no solo de inmediatez y falta de pretensiones sino de manifiesta aversión contra quien tuviera esas pretensiones.
Y van Supertramp y se presentan con las siguientes credenciales: portada "artística", temas larguísimos (el más largo declarando su importancia en el disco desde el texto de la partitura en la portada), cierto aire místico en las letras y un título hablando de los momentos más tranquilos. Y ni siquiera, a pesar de sus pintas hippies, eran respetados por esa santísima trilogía (Yes, Genesis, EL&P) del rock sinfónico, que seguramente encontraba su sonido demasiado comercial, sus canciones demasiado inmediatas, despojadas del virtuosismo experimental de unos Pink Floyd, con una imagen relativamente sana. Supertramp estaban ahí, vilipendiados por una crítica que no podía tomar en serio a un grupo con sus cifras de ventas, ignorados por sus enemigos naturales y hasta por sus amigos que no comprendían sus devaneos con los arreglos jazzísticos, por su condición de música dirigida a un público maduro. 
Este disco vendió millones, claro. Sus dos singles más claros (las dos canciones más cortas, más radiables) son de sobras conocidos. Give a little bit, arranque inconfundible en el rasgueo de la guitarra e irrupción de esa voz, la de Roger Hodgson, ligeramente irritante, como una especie de falsetto algo feminizado (como si Jon Anderson, cantante de Yes, tuviera un chorro de voz). Babaji, más cercana al sonido clásico del grupo basado en los teclados, especialmente en el piano eléctrico, con un tono algo místico (cuestión que seguro que no les ayudó). Aquí se acompañaron de experimentos más alejados del pop, más personales y que constituyen un material muy valioso: Loverboy, experimento cercano al blues en su ritmo marcial, tras el cual uno podría (no negaré que con cierta imaginación) especular cómo afectaron el sonido de bandas en el polo opuesto como Tears for Fears, o From now on, resplandeciente con sus influencias jazzies. Y claro, Fool's overture, intento irregular de opus a la Pink Floyd, ampulosa y excesiva en sus vaivenes, pero emblema de un disco que, en cuanto a producción y sonido ha envejecido la mar de bien.
Mejor que los miembros del grupo, por cierto. Disuelta la banda, los dos miembros principales, que solían firmar en solitario las canciones que aportaban al grupo, andan enzarzados en rifirrafes constantes sobre su obra, cosa que ha complicado, por ejemplo, el obtener accesos decentes a la totalidad de las canciones del disco. Una lástima. Las puntuales reivindicaciones de su obra quedan ensombrecidas: uno preferiría pensar que por la cuestión de los egos artísticos, pero supongo que el dinero también tiene que ver.

3 comentarios:

  1. Pues coincido con tu reseña, en esa época yo andaba empezando a escuchar música y a principios de los 80 me inclinaba por sonidos más rockeros y más punk, pero este disco es para mí como la madalena de Proust. Creo que es uno de los 3 mejores de la banda, junto al Breakfast in America y Crime of the Century. Canciones que han quedado grabado para siempre en la memoria, al igual que esa portada un poco kistch. Por cierto de sus portadas que buena la citada del Breakfast, de la que no repare en la composición hecha con menaje hasta hace unos años (que gran trabajo).

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  2. Supertramp fue una banda extraordinaria. Tal vez no reconocida por la crítica en su justa dimensión, pero que dejó su huella y, como tu remarcas, ha envejecido muy dignamente. Su discografía es pareja, y aún cuando mis favoritos son otros, este album tiene Fool's Overture, una gran obra, aunque sea un poco grandilocuente.
    Hace dos meses tocó en Buenos Aires Roger Hodgson. No pude asistir a su concierto porque coincidía con el cumpleaños de mi hijo. Pero un amigo filmó algunos de los momentos y debo decir que sonaba como siempre, con músicos de gran nivel y su inconfundible voz aún lozana para un señor que debe estar cerca de los 70 años.

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  3. Creo que el paso del tiempo tiene un efecto cruelmente depurativo y que la porquería acaba hundiéndose por su propio peso. Denostar a Supertramp en su momento fue demasiado tentador y sería bueno echar mano de hemeroteca y comprobar quién se ha apuntado después al carro de su recuperación. Por cierto, Crisis, what crisis? creo que completaría su cuarteto de muy buenos discos.

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